domingo, 13 de octubre de 2013

Hallan los escombros de un sistema planetario que pudo albergar vida

El telescopio espacial Hubble descubre por primera vez pruebas de agua y rocas en los restos de un planeta que fue devorado por su estrella hace 200 millones de años

Ilustración de un asteroide rocoso y rico en agua mientras es destruido por la fuerte gravedad de la estrella enana blanca GD 61
Un equipo de astrónomos ha mostrado por primera vez pruebas concluyentes de agua y de una superficie rocosa en un objeto extrasolar, dos elementos que suelen considerarse esenciales para la vida. La mala noticia para quienes esperan con impaciencia el hallazgo del primer exoplaneta gemelo de la Tierra es que aquel mundo, si lo fue, ya no existe. Hace 200 millones de años, cuando la Tierra entraba en el reinado jurásico de los dinosaurios, la estrella GD 61 moría al transformarse en una enana blanca, arrastrando a una parte de su corte planetaria que quedaba destrozada por el enorme tirón gravitatorio.

Se ha registrado ya casi un millar de planetas orbitando otras estrellas, la gran mayoría en nuestra propia galaxia. Y sin embargo, es un camino que apenas hemos comenzado a recorrer: de acuerdo a las estimaciones de los expertos, la cifra de planetas en la Vía Láctea se mueve en el rango de los cientos de miles de millones. Entre los exoplanetas confirmados hasta ahora predominan los gigantes gaseosos similares a Júpiter y con temperaturas abrasadoras. No obstante, el catálogo de estos mundos incluye también un número de planetas que probablemente tienen un suelo firme que pisar. Se ha detectado la presencia de agua en la atmósfera de algunos exoplanetas gaseosos, pero ambos ingredientes, roca y agua, aún no se habían demostrado en un mismo objeto.
 
“Esos dos ingredientes, agua y una superficie rocosa, son claves en la búsqueda de planetas habitables fuera de nuestro Sistema Solar, así que es muy emocionante encontrarlos juntos por primera vez”, comenta Boris Gänsicke, astrofísico de la Universidad de Warwick (Reino Unido) y uno de los tres autores del estudio publicado en la revista Science.

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