Con tan sólo un episodio en su historial, el programa de TelecincoVaya Fauna se perfila como uno de los más polémicos dentro de la parrilla televisiva nacional. Desde su estreno el pasado 1 de julio, las voces en contra del primer talent show de animales no se han hecho esperar y fundaciones como FAADA o el Partido Animalista ya han condenado un espectáculo que, según denuncian, esconde mucho más de lo que muestra ante las cámaras.
Métodos y prácticas-considerados sospechosas para algunos colectivos- en busca de lo que desde la página web del programa se presentan como "las habilidades más sorprendentes de una cerdita valiente, un perro en patinete, caballos que bailan sevillanas...". Reclamos circenses que ahora sirven como gancho para atraer al telespectador.
Más allá del espectáculo y la curiosidad que suscita ver a una cerdita vestida con tutú abriendo y cerrando cajones, o un oso posando para un selfie, el verdadero interés reside en los procesos de entrenamiento y aprendizaje por los que han tenido que pasar estos animales antes de llegar a mostrar sus 'habilidades' en un plató de televisión.
Pero, ¿hasta qué punto el entrenamiento de un animal puede provocar sufrimiento o tortura?En concreto, perros haciendo skate,patos atléticos, caballos bailarines y un oso trompetero. Todo eso y más es lo que pudieron observar los espectadores del talent show.Precisamente, el último caso, el oso de 300 kilos que ha aprendido a comportarse como un humano, es el que más críticas ha suscitado.Pablo Herreros, experto en comportamiento animal y autor del blog de EL MUNDO, Yo Mono, asegura que todo aprendizaje implica la imposición de algún cambio en la conducta del animal. Para ello "no siempre se recurre al uso de la fuerza o la violencia directa, existen otras técnicas que maltratan al animal por dentro, como mantenerlos aislados o dejarlos pasar hambre para que aprendan".
"Como ocurre con el ser humano, los animales también sufren mucho estrés cuando se ven sometidos a este tipo de presiones", recuerda el experto.De ahí que en muchas ocasiones los dueños recurran a técnicas para que el animal termine haciendo lo que quieren. Como asegura Pablo Herreros, "tiran tanto de ellos que acaban quebrando su voluntad". En ese caso, el animal sufre, y por lo tanto, es tortura, sostiene.
"Como ocurre con el ser humano, los animales también sufren mucho estrés cuando se ven sometidos a este tipo de presiones", recuerda el experto.De ahí que en muchas ocasiones los dueños recurran a técnicas para que el animal termine haciendo lo que quieren. Como asegura Pablo Herreros, "tiran tanto de ellos que acaban quebrando su voluntad". En ese caso, el animal sufre, y por lo tanto, es tortura, sostiene.
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