domingo, 12 de julio de 2015

El coste sanitario del tabaquismo

Fumar tiene un costo económico en gastos de tipo médico y de otras clases relacionadas. La salud del fumador se deteriora más que si no hubiera fumado nunca. Ese deterioro extra se traduce en un incremento en gastos sanitarios, incluyendo pruebas médicas para diagnosticar problemas de salud, tratamientos para paliarlos y eventualmente intervenciones quirúrgicas. A eso hay que añadirle el costo de las bajas laborales por dichos problemas de salud. Así pues, al dinero que el tabaco le cuesta directamente al fumador, hay que añadirle el que le cuestan a él o a la sociedad los problemas de salud derivados de su hábito.

Es factible calcular el dinero gastado en sanidad y en bajas laborales por culpa del tabaco, en un país, región o estado. Y suele ser alto. Un ejemplo reciente nos llega de Estados Unidos. Una investigación de este tipo ha determinado que solo en California el costo sanitario y de pérdida de productividad laboral por el tabaquismo fue en 2009 de 18.100 millones de dólares, suponiendo, en promedio, un gasto de 487 dólares anuales para cada residente en ese estado y de 4.603 para cada fumador de allí.

El estudio lo han realizado Wendy Max, Hai-Yen Sung, Yanling Shi, y Brad Stark, de la Universidad de California en San Francisco, Estados Unidos.

En dos estudios anteriores, realizados en 1989 y 1999, el impacto financiero anual del consumo de tabaco en la economía de California fue de 7.600 millones de dólares y 15.800 millones, respectivamente. Tal cual, las cifras muestran un aumento del 15 por ciento en la última década, pero si tenemos en cuenta la inflación, el ajuste derivado de ello nos muestra un panorama muy diferente: el costo total de fumar en 1999 sería de 20.800 millones de dólares. Por tanto, el costo verdadero ha disminuido de hecho en más del 13 por ciento.

Se cree que los cambios de los últimos años en las leyes que regulan el consumo de tabaco, así como los cambios en la propia actitud de la sociedad ante el hábito de fumar han sido decisivos para lograr este descenso. La incidencia del tabaquismo adulto en California se redujo desde el 21,6 por ciento de la población adulta en 1989, al 18,7 por ciento en 1999, y de ahí al 13,6 por ciento en 2009.

Además, entre las personas que siguen fumando, se ha impuesto la tendencia a fumar menos. Ha aumentado de manera significativa la cantidad de fumadores que han pasado de fumar cada día a hacerlo más espaciadamente. Además, en estos y en los que siguen fumando todos los días se ha notado una tendencia creciente a reducir la cantidad de cigarrillos fumados por día en promedio.

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