Las coordenadas 28º 33' 34'' N; 13º 11' 36'' W marcan un punto del océano Atlántico desde el que no se alcanza a divisar ninguna costa. Hasta hace unos años no era más que un lugar cualquiera en medio de un mar, una ola que no va a ninguna parte. Pero nunca un espacio banal y silencioso en algún sitio a medio camino entre Fuerteventura y Marruecos ha despertado tantas emociones encontradas, ha movido tantos intereses y ha creado tanto alboroto como este. Es el punto donde comenzarán mañana las primeras prospecciones en busca de petróleo realizadas en aguas canarias.
Han pasado más de 12 años desde que Repsol dio los primeros pasos burocráticos para investigar si el subsuelo marino frente a las islas de Lanzarote y Fuerteventura alberga o no hidrocarburos atrapados entre sus rocas a miles de metros de profundidad. El proceso administrativo no ha estado exento de problemas de todo tipo, como una sentencia contraria del Tribunal Supremo por un defecto de forma o una paralización de siete años entre 2004 y 2011, los años de Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
Pero, tras un viaje de varias semanas desde Angola, donde realizó su última prospección, el barco Rowan Renaissance, que realizará las perforaciones en busca de petróleo y gas para la petrolera española, llegó ayer a ese punto de la discordia situado a 51 kilómetros de las costas majoreras, un lugar que la compañía ha bautizado con el nombre de Sandía. Pero no será el único pozo que se perforará en aguas canarias. El pasado 29 de mayo de 2014 el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente aprobó la Declaración de Impacto Ambiental no sólo del proyecto Sandía, sino de otros ocho más en ubicaciones colindantes y denominados también con nombres de frutas y hortalizas.
Sin embargo, las operaciones no se harán sin la oposición de los grupos ecologistas. El barco que Repsol utilizará para realizar las perforaciones -que no es de su propiedad y cuyo alquiler cuesta alrededor de 800.000 euros cada día- fue recibido ayer por el rompehielos de Greenpeace Artic Sunrise, la misma embarcación que fue retenida por Rusia durante 10 meses en Siberia, y 30 miembros de su tripulación encarcelados durante 71 días, precisamente por hacer una protesta frente a la primera plataforma petrolífera instalada en el Ártico, propiedad de Gazprom.
De momento, en los planes de Repsol sólo está investigar en busca de petróleo o gas en dos puntos, el ya citado Sandía y otro llamado Chirimoya, situado un poco más al sur, pero también a una distancia de 52 kilómetros de las playas de Caleta de Fuste (Fuerteventura), donde turistas de decenas de nacionalidades pasean en chanclas y camiseta de tirantes aprovechando las altas temperaturas que está dejando este año el otoño en las islas. Aunque el Rowan Renaissance ocupa un área similar a la de dos campos e fútbol como el del Santiago Bernabéu y su torre de perforación mirará la superficie marina desde cerca de 80 metros de altura -similar a la de la Catedral de Burgos-, la distancia a la que se harán las perforaciones hará imposible que pueda verse desde una tumbona de cualquier playa del este de las islas de Fuerteventura o Lanzarote.
El proyecto ha enfrentado a los Gobiernos canario y nacional en una batalla dialéctica y política en ocasiones desquiciada y que en muchos casos ha estado desprovista de argumentos basados en criterios técnicos o científicos. Pero el debate es real. A cada argumento bien fundamentado le corresponde una réplica bien construida si se acude a las fuentes técnicas.
Mientras ingenieros, geólogos y expertos en exploración y producción de hidrocarburos destacan la seguridad del proyecto y sus ventajas económicas y estratégicas para el país; biólogos, ornitólogos y oceanógrafos muestran sus preocupaciones sobre el posible impacto ambiental que pueda tener la exploración petrolífera sobre los ecosistemas marinos y la fauna y flora asociada a ellos. Además, los ecologistas no tiemblan al señalar el riesgo de que ocurra un posible accidente que se transforme en una marea negra. El de la plataforma 'Deepwater Horizon', propiedad de la compañía BP, en el Golfo de México en 2010 está aún muy reciente. Aunque aquel desastre ambiental ocurrió durante la fase e producción de crudo y no en la de exploración o investigación como la que comenzará estos días Repsol en Canarias, un momento en el que, según los expertos de la industria, el riesgo de accidente es mucho menor.
Entre tanto, Marruecos ha cosido sus aguas territoriales de permisos de exploración desde el Estrecho de Gibraltar hasta la frontera con Mauritania. Además, permite a las empresas petroleras que encuentren crudo explotarlo durante 10 años sin pagar ni un euro de impuestos por la cesión del territorio y del recurso energético. En España, en cambio, se está estudiando la creación de un canon del 8%, aunque esa medida se aprobaría rebajando el Impuesto de Sociedades del 35% al 30%. La fiebre del oro negro marroquí ya ha comenzado a dar sus frutos. El pasado miércoles, la compañía angloturca Genel anunciaba el hallazgo de petróleo ligero -de 26 API, una medida que supone una buena noticia para el futuro comercial de la zona- en el pozo de Sidi Moussa 1, situado a 230 kilómetros de Sandía.
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