
Las placas tectónicas se mueven aproximadamente a la velocidad a la que crecen las uñas de nuestras manos (7 centímetros al año) (3 pulgadas) y esto hace que finalmente un volcán intraplaca se aleje de su punto caliente y se extinga. Otro volcán surge en lugar del anterior sobre el punto caliente, y el proceso continúa repitiéndose y formando una cadena de volcanes.
El resultado final es una serie de volcanes cuyas edades respectivas siguen una tendencia lineal progresiva. En la placa del Pacífico, el más joven está al este, y al avanzar hacia el oeste los volcanes son más antiguos y más profundamente erosionados.
El equipo del geoquímico Matthew Jackson, de la Universidad de California en Santa Bárbara, Estados Unidos, se valió de mediciones de alta precisión de isótopos de helio y plomo para desentrañar la composición química y la geometría del penacho procedente del manto terrestre responsable de alimentar a los volcanes en islas de Samoa.
La investigación ha revelado que en ciertos puntos del interior de la Tierra, como la zona analizada, todavía se conservan vestigios de la formación inicial del planeta. Esos puntos calientes volcánicos, a menudo cadenas de islas volcánicas como Samoa, pueden contener vestigios de la infancia del sistema solar que de alguna manera han sobrevivido durante miles de millones de años.
Vía: http://noticiasdelaciencia.com/not/11997/reliquias-geologicas-de-la-formacion-de-la-tierra-conservadas-dentro-de-esta/
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