Los resultados de una investigación apuntan a que la mutación de un
gen que se produjo hace más de medio millón de años podría ser la clave
para explicar la singular facultad del Ser Humano para hablar y
entender el habla de manera amplia y detallada. El nuevo estudio revela
que la versión humana de un gen llamado Foxp2 facilita la transformación
de recuerdos de nuevas
experiencias en conocimientos que permiten realizar de forma rutinaria
una tarea de cierta complejidad. Cuando los científicos modificaron
genéticamente a ratones para expresar Foxp2 humanizado, los ratones
aprendieron a recorrer un laberinto de forma mucho más rápida que los
ratones normales.
Todo apunta a que Foxp2 podría ayudarnos a los humanos con un
componente clave del aprendizaje del lenguaje: Transformar experiencias,
tales como
oír la palabra “vaso” cuando nos muestran un vaso de agua, en una
asociación casi automática de esa palabra con cualquier objeto nuevo que
parezca un vaso y funcione como un vaso.
En todas las especies animales, los individuos se comunican entre
sí de algún modo, pero los humanos poseemos una habilidad única para
generar y comprender un lenguaje mucho más sofisticado que el de
cualquier otra especie animal. Foxp2 es uno de varios genes que, según
cree la comunidad científica, pudieron contribuir al desarrollo de
nuestras habilidades lingüísticas incomparables. El gen se identificó
por primera vez en un grupo de miembros de una misma familia que tenían
graves dificultades a la hora de hablar y de entender el habla, y que
resultó que poseían una versión mutada del gen Foxp2.
En 2009, Svante Pääbo, director del Instituto Max Planck de
Antropología Evolutiva en Leipzig, Alemania, y sus colaboradores,
modificaron genéticamente ratones para que expresasen la forma humana
del gen Foxp2, que codifica una proteína que difiere de la versión del
ratón en solo dos aminoácidos. Descubrieron que estos ratones tenían
dendritas más largas en el estriado, una parte del cerebro implicada en
la formación de hábitos. También eran mejores en la formación de nuevas sinapsis. Dendritas y sinapsis son piezas fundamentales del “cableado” que conecta entre sí a las neuronas.
En la nueva investigación, el equipo de Pääbo, Christiane Schreiweis y
Ulrich Bornschein, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva,
así como Ann Graybiel, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT),
en Cambridge, Estados
Unidos, y Wolfgang Enard, de la Universidad Ludwig-Maximilian en
Múnich, Alemania, ha comprobado que los ratones con el Foxp2 humanizado
eran mejores en el aprendizaje de cómo recorrer un laberinto en forma de
“T”, en el cual los ratones deben decidir si girar a la izquierda o a
la derecha en la bifurcación, basándose en la textura del suelo del
laberinto, para conseguir una recompensa en forma de comida.
La primera fase de este tipo de aprendizaje requiere la utilización
de la memoria declarativa (memoria para lugares y situaciones). Con el
tiempo, estas entradas de memoria quedan incorporadas como hábitos y son
codificadas a través de la memoria procedimental, el tipo de memoria
necesaria para las tareas rutinarias, tales como conducir el automóvil
hacia el trabajo cada día o realizar un buen saque de tenis después de miles de golpes de práctica.
Usando otro tipo de laberinto, Schreiweis y sus colegas del MIT
pudieron poner a prueba la habilidad de los ratones en cada tipo de
memoria por separado, así como la interacción de los dos tipos. Hallaron
que los ratones con Foxp2 humanizado se desempeñaron igual que los
ratones normales cuando se necesitaba solo uno de los tipos de memoria,
pero su rendimiento era superior cuando la tarea de aprendizaje requería
que convirtieran recuerdos declarativos en conocimientos de aplicación
práctica con los que establecer una rutina de conducta. El descubrimiento clave fue pues que el gen humanizado Foxp2 facilita convertir acciones conscientes en rutinas de comportamiento.
La proteína producida por Foxp2 es un factor de transcripción, lo que
significa que activa y desactiva a otros genes. En este estudio, los
investigadores hallaron que Foxp2 parece activar genes implicados en la
regulación de conexiones sinápticas entre neuronas.
Estos y otros ajustes promovidos por el gen ayudan a “sintonizar” el
cerebro de forma diferente para adaptarlo al habla y a la adquisición de
lenguaje, según los investigadores. Estos están ahora investigando cómo
el Foxp2 puede interactuar con otros genes para ejercer sus peculiares
efectos sobre el aprendizaje y el lenguaje.
Vía: http://noticiasdelaciencia.com/not/11454/el-gen-que-pudo-darnos-la-facultad-del-habla-a-los-humanos-y-que-hace-mas-inteligentes-a-los-ratones/
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