Los impactantes argumentos de los videojuegos violentos más
populares, y las no menos impactantes imágenes de sus escenas, han sido
acusados a menudo de fomentar la agresividad en los jugadores. Pero un
nuevo estudio muestra que la conducta hostil está vinculada a la
frustración y la experiencia de perder en los jugadores durante el juego
y no al contenido violento del mismo. Los resultados del estudio
respaldan así lo que muchos jugadores ya entreveían: No se sienten más
agresivos por jugar con un videojuego violento sino cuando son
derrotados en un videojuego, sea del tipo que sea. Esta frustración y
agresividad potencial también se puede experimentar con juegos que no
son electrónicos.
Este estudio, a cargo del equipo de Andrew Przybylski, de la
Universidad de Oxford en el Reino Unido, y Richard Ryan, de la de
Rochester en Estados Unidos, es el primero que examina la experiencia
psicológica de los jugadores con videojuegos en lugar de centrarse
únicamente en el contenido de estos. Los investigadores encontraron que
el hecho de no poder dominar un juego y sus controles con la destreza
ideal conducía a sentimientos de frustración y agresividad,
independientemente de que el juego fuera violento o no.
Cualquier jugador que ha sentido ganas de estrellar el mando de su
consola contra la pantalla después de perder en un videojuego sabe bien
la agresividad que experimenta en tales momentos y el mal humor que
persiste en él durante un buen rato después. En el fondo, es lo que
popularmente se conoce como la Reacción del Mal Perdedor, y que
tradicionalmente ha provocado peleas en juegos como por ejemplo el
póquer, sobre todo si se apuesta dinero.
Para determinar qué aspectos de la experiencia de juego conducen a la
agresividad, los investigadores manipularon en seis experimentos de
laboratorio la interfaz, los controles, y el grado de dificultad en
videojuegos especialmente diseñados. Cerca de 600 participantes de edad
universitaria jugaron con estos videojuegos, muchos de los cuales tenían
versiones violentas y no violentas, y a continuación se les aplicó un
test para evaluar sus pensamientos, sentimientos o conductas agresivas.
En los experimentos, los investigadores encontraron que no era el
argumento del juego, ni el grado de violencia explícita de las imágenes,
sino el no lograr manejar debidamente los controles del mando del
videojuego y el afrontar un nivel de dificultad muy grande, lo que
conducía a frustración. El estudio demuestra pues que la agresividad es
un efecto secundario negativo de la frustración al jugar con un
videojuego y no obtener la victoria esperada. Tal como Ryan argumenta,
cuando una experiencia incluye amenazas a nuestro ego, esto puede
ponernos de mal humor y fomentar nuestra agresividad.
Vía: http://noticiasdelaciencia.com/not/10575/agresividad-y-videojuegos-la-frustracion-de-perder-o-el-contenido-violento-de-los-videojuegos-/
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