martes, 14 de enero de 2014

Mancha solar gigantesca

Una de las manchas solares más grandes de los últimos nueve años, catalogada con el nombre de AR1944, se ha visto a principios de enero de 2014, y el satélite astronómico SDO (Solar Dynamics Observatory, u Observatorio de Dinámica Solar), de la NASA, la ha observado detalladamente.

Esta enorme mancha solar se deslizó, desde la perspectiva visual de la Tierra, asomando primero por el borde izquierdo del disco solar sobre el 1 de enero pasado, y moviéndose después hacia la derecha, siguiendo la rotación del Sol.

Las manchas solares son áreas oscuras en la capa del Sol que convencionalmente se identifica como la superficie. Contienen conjuntos complejos de fuertes campos magnéticos y están sujetos a cambios constantes. Las manchas solares pueden llegar a ser más grandes que la Tierra.

Las manchas solares son parte de lo que se conoce como regiones activas, y entre las que también figuran regiones de la corona, una capa solar análoga a la parte alta de una atmósfera, por encima de la capa de las manchas solares.

Las regiones activas pueden ser el origen de algunos de los fenómenos más violentos en el Sol, como las erupciones solares, en las cuales el astro rey emite enormes fogonazos de luz y demás radiación a consecuencia de la liberación brusca de energía magnética, o las eyecciones de masa coronal que envían enormes nubes de material solar hacia el espacio.
Esos intrincados campos magnéticos pueden generar fenómenos de lo que se conoce como "meteorología espacial", y que pueden provocar daños que abarcan desde interferencias o errores en los sistemas de comunicaciones y el cese total del funcionamiento de algunos satélites, hasta cortes prolongados de suministro eléctrico en zonas geográficas amplias de la superficie de la Tierra.

Las manchas solares, conocidas por la humanidad desde hace siglos, constituyeron uno de los fenómenos astronómicos que más enfrentaron ciencia y religión en el pasado. Cuando la astronomía empezó a ser una ciencia empírica, bastantes de las observaciones que recogía contradecían el concepto religioso-estético que de los cielos se tenía. Su supuesta inmutabilidad se veía perturbada por la aparición y desaparición de estrellas (novas y otros fenómenos), lo que desconcertaba por completo a los teólogos. El dogma de la inmutabilidad del firmamento también englobaba al Sol. Cuando, valiéndose de los primeros telescopios, algunos astrónomos empezaron a informar de las manchas solares, las autoridades eclesiásticas se escandalizaron ante lo que consideraban una mentira blasfema. En el concepto religioso-estético que de los cielos se tenía, el Sol, como una obra divina, debía ser perfecto, inmaculado, sin manchas ni imperfecciones.

Vía: http://noticiasdelaciencia.es/not/9288/mancha_solar_gigantesca/

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