Según una nueva investigación, recrear en nuestra imaginación la escena de un día soleado o la del cielo nocturno hace variar el tamaño de nuestras pupilas, como si reaccionasen a condiciones reales de iluminación parecidas a las imaginadas.
Este hallazgo sugiere que el tamaño de nuestras pupilas no es simplemente una respuesta mecánica, sino que también depende de la percepción subjetiva del brillo.
El equipo de Bruno Laeng y Unni Sulutvedt, ambos de la Universidad de Oslo en Noruega, llevó a cabo una serie de experimentos en los que se monitorizó el tamaño de las pupilas mediante un dispositivo de observación ocular y seguimiento de los movimientos de los ojos.
Inicialmente, a los participantes se les pidió que miraran una pantalla en la que aparecían triángulos con diferentes niveles de brillo. Cuando después se les pidió que visualizaran en su mente dichos triángulos, las pupilas de los participantes variaron en tamaño en correspondencia con el brillo original del triángulo. Cuando imaginaban triángulos brillantes, sus pupilas eran más pequeñas, mientras que al imaginar triángulos oscuros, sus pupilas eran más grandes.
En una serie de experimentos adicionales, los investigadores comprobaron que las pupilas de los participantes también cambiaron de diámetro al imaginar estos un cielo soleado, una habitación oscura, o un rostro al sol en comparación con uno a la sombra, como si se prepararan para observar tales cosas de verdad.
Los experimentos demostraron además que estos resultados no se deben a cambios voluntarios del tamaño de la pupila o a diferencias en el esfuerzo mental necesario para imaginar situaciones.
Vía: http://noticiasdelaciencia.es/not/9304/nuestras_pupilas_se_contraen_o_dilatan_cuando_imaginamos_un_resplandor_o_la_oscuridad/
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