Investigadores del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn),
dependiente del Instituto de Salud Carlos III, y en colaboración con el
Centro de Investigación en Nutrición Humana de Boston, han descubierto
que la dieta mediterránea es
clave para que un nuevo gen, el MLXIPL, relacionado con los
triglicéridos, proteja frente a la hipertrigliceridemia y el infarto de
miocardio.
A juicio de los expertos, los resultados, publicados en la revista «Circulation Cardiovascular Genetics»,
han supuesto otro avance «muy significativo» para la nutrigenética al
identificar un nuevo marcador genético, validado en un ensayo clínico, y
que permitirá diseñar dietas «más personalizadas» para la prevención
cardiovascular. En concreto, este descubrimiento asienta su base en el
trabajo publicado en 2008 en «Nature Genetics»
tras identificar por primera vez el MLXIPL como un nuevo gen candidato
asociado con las concentraciones de triglicéridos en humanos.
Posteriormente, los autores
formularon la hipótesis de que la asociación de este gen con las
concentraciones de triglicéridos se podría modular con la dieta
mediterránea, y postularon que este gen se asociaría no sólo con
triglicéridos, sino también con eventos cardiovasculares. A partir de
este hallazgo, realizaron el análisis genético de la principal variante
funcional encontrada en el gen MLXIPL, denominada rs3812316, en 7166
participantes en el estudio «PREDIMED».
De ellos, un 17 por ciento fue
portador de la variante genética «G», mientras que los demás fueron
homocigotos CC. Ahora bien, el descubrimiento más relevante de esta
investigación, liderada por la doctora Dolores Corella, se ha encontrado
tras seguir a los participantes en el estudio durante un promedio de
unos 5 años y observar que aquellas personas con la variante genética
«G», que recibían intervención con dieta mediterránea en
el ensayo clínico ,tuvieron un 60 por ciento menos incidencia de
infartos, que las personas homocigotas CC en el mismo grupo de dieta
mediterránea.
Por el contrario, en el grupo que
recibía la dieta control, los portadores de la variante G no
manifestaron el efecto protector de la genética y no tuvieron menor
incidencia de infartos. «Este hallazgo es muy relevante porque, además
de ayudarnos a conocer los mecanismos por los cuales la dieta
mediterránea puede ejercer sus efectos protectores a nivel general, nos
ha permitido identificar un grupo de personas que por su genotipo en el
gen MLXIPL se benefician mucho más al seguir una dieta mediterránea, especialmente en cuanto a la protección frente al infarto de miocardio», ha señalado Corella.
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