La idea de que todos los individuos en una comunidad deben contribuir al
sostenimiento de la misma si se están beneficiando de ella es tan
universal que incluso las bacterias tienen un sistema que impide que sus
congéneres holgazanas disfruten de los frutos del duro trabajo de las
demás. Así se ha constatado en una investigación realizada por
científicos de la Universidad de Princeton en Nueva Jersey, Estados
Unidos.
Las comunidades de bacterias Vibrio cholerae (algunas de
cuyas cepas producen el cólera) impiden que sus congéneres holgazanas
accedan a nutrientes para cuya obtención no han aportado nada. Las
bacterias trabajadoras lo hacen manteniendo el alimento generado por los
miembros productivos de la comunidad fuera del alcance de los
individuos de V. cholerae que tratan de vivir de los nutrientes ajenos.
Al
igual que otras bacterias, las V. cholerae suelen vivir en densas
comunidades del tipo conocido como biopelícula. Y, también como otras,
las V. cholerae secretan enzimas que descomponen las moléculas de
interés de manera que las bacterias puedan nutrirse de los componentes
de dichas moléculas. Pero no todos los individuos secretan las enzimas;
algunos simplemente se alimentan de lo que generan sus vecinas. El
equipo de Knut Drescher, Carey Nadell, Bonnie Bassler, Howard Stone y
Ned Wingreen ha encontrado dos mecanismos por los cuales este pillaje se
impide.
Uno de los mecanismos consiste en que las bacterias trabajadoras
producen una gruesa capa a su alrededor, para evitar que los nutrientes
se esparzan hasta llegar al alcance de individuos ajenos al trabajo
realizado. Una alternativa a esto es el segundo mecanismo descubierto:
El flujo natural de fluidos sobre la superficie de las comunidades
bacterianas presenta unas características que le permiten barrer las
sobras de nutrientes antes de que las bacterias gorronas se nutran de
esos productos obtenidos laboriosamente por las bacterias trabajadoras.
Este acto de "justicia social" microbiana, que probablemente es
muy común en otras especies de bacterias, no sólo asegura la
supervivencia de los miembros más laboriosos de la comunidad bacteriana,
sino que también podría ser utilizada en provecho del Ser Humano,
concretamente para la agricultura, la elaboración de combustibles y el
tratamiento de infecciones bacterianas como el cólera.
Al
fomentar esa acción de justicia social bacteriana, los científicos
podrían aumentar la eficiencia de cualquier proceso que se base en
bacterias para descomponer materiales orgánicos, como por ejemplo
materia vegetal destinada a la producción de biocombustibles, o celulosa
para la fabricación de papel.
Al tratar una enfermedad
infecciosa, la estrategia seria contrarrestar ese mecanismo de justicia
social bacteriana, otorgando nutrientes a los individuos que no hacen
nada, en detrimento de la nutrición de los individuos más laboriosos en
el trabajo de infectar el cuerpo, con lo cual se lograría debilitar la
infección.
Vía: http://noticiasdelaciencia.com/not/9500/la__justicia_social__bacteriana/
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