En la mitología romana Jano era el dios de las puertas, de los
comienzos y las transiciones entre el pasado y el futuro. De hecho el
primer mes del año, enero (del latín, ianuarus), lleva su nombre. Esta
deidad se caracterizaba por su perfil de dos caras, un hecho que ha
inspirado a los científicos a la hora de bautizar a sus diseños químicos
con dos partes bien diferenciadas.
Ahora un equipo de investigadores de CIC biomaGUNE,
en San Sebastián, junto a colegas de la universidad belga de Amberes,
han creado unas partículas de Jano de tamaño nanométrico. Están
constituidas por óxido de silicio en una cara y puntas de oro en la
otra.
"Estas nanoestrellas poseen propiedades ópticas y
electrónicas que vienen determinadas en gran medida por sus pequeñas
dimensiones y su morfología", explica a SINC Luis Liz-Marzán, autor
principal de este trabajo recogido en la revista Chemical
Communications.
Los investigadores han ideado técnicas para moldear las puntas afiladas de oro
a partir de nanopartículas de este metal, de tal forma que sobre las
agujas doradas se pueden generar campos eléctricos muy intensos mediante
iluminación.
Estas nanopartículas podrían detectar contaminantes y marcadores biológicos.
Dicho en palabras del investigador Liz Marzán "nuestra investigación es
ciencia básica, pero esos campos se utilizan en procesos de detección
ultrasensible para identificar cantidades ínfimas de moléculas que
pueden quedar adsorbidas en la cara de oro, como agentes contaminantes o
marcadores biológicos que indican la presencia de una enfermedad".
Otra posible aplicación es la fototerapia, cuyo objetivo es matar células malignas mediante calor,
en este caso inducido a través de la iluminación de las puntas de oro.
La cara del óxido se utilizaría para unir la nanoestrella a receptores
biológicos específicos que las lleven hasta las células dañadas -solo a
esas- para que la parte metálica pueda ejercer su función terapéutica o
de diagnóstico.
La fabricación de estas nanopartículas se realiza en varias etapas.
Primero se producen nanoesferas de oro mediante la reducción química de
una sal del preciado metal. Luego se añaden dos compuestos orgánicos
diferentes en caras opuestas de la partícula para que tengan distinta
afinidad por el óxido de silicio. De esta forma, el óxido cubre solo una
parte y la otra queda descubierta para hacer crecer las puntas de oro.
Vía: http://www.elmundo.es/ciencia/2014/02/10/52f8a320e2704efb308b456f.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario