Para conocer si los compuestos bioactivos son capaces de
atravesar el tracto gastrointestinal en cantidad suficiente para
reforzar la flora intestinal, se desarrolla un “digestor artificial”,
capaz de reproducir las condiciones naturales del intestino grueso,
estómago e intestino delgado. De esta manera se podrá validar el efecto
beneficioso que los probióticos tienen sobre la salud, concretamente
sobre el colón o el intestino delgado.
La cuestión es que este tipo de compuestos deben permanecer
vivos después del proceso digestivo, para que puedan colonizar la flora
intestinal. Con este fin se ha desarrollado un colón artificial que
permite simular las condiciones naturales que se producen en el
intestino grueso como el control de pH, temperatura y monitorización del
crecimiento de la flora intestinal (microbiota).
Creado por Ainia, con apoyo financiero del Instituto
Valenciano de Competitividad Empresarial (IVACE) y el Fondo Europeo de
Desarrollo Regional (FEDER), su objetivo es cuantificar cuántos y cuáles
compuestos bioactivos sobreviven a esta digestión. Otro de los
objetivos es determinar cómo se puede proteger mejor los probióticos,
para que resistan más, gracias a integrarlos en los alimentos, por
aplicación directa o microencapsulación.
El colon artificial es un método in vitro, que tiene la
ventaja de arrojar resultados más rápidamente y con menor coste que los
que utilizan animales de laboratorio, y además permite tomar muestras en
diferentes puntos del tracto gastrointestinal. El colon artificial se
une a otros órganos artificiales producidos previamente, como el
estómago, el intestino delgado y el intestino grueso, por lo que se
puede estudiar por completo cómo actúa el sistema digestivo humano sobre
determinados alimentos. Esto permite desarrollar alimentos que tengan
efectos saludables, como probióticos o bioactivos, y verificar su
eficacia.
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