¡Ponme la última!, será la frase favorita de los españoles la
madrugada del martes, cuando celebremos la llegada del nuevo año entre
copa y copa. Charles Darwin pensaba que el ser humano era el único
animal que después de tomar brandy y emborracharse era tan estúpido como
para volver a hacerlo. Pero el ilustre biólogo inglés estaba
equivocado: a los animales les encanta colocarse.
El uso de drogas es un comportamiento muy extendido en la naturaleza y
está identificado en docenas de especies animales. El caso más conocido
es el de los elefantes africanos, que ingieren las frutas maduras de la marula que generan un alcohol al fermentar.
Cuando ocurre, se ponen muy alegres, se excitan fácilmente y hacen eses
al andar o saltan sin razón aparente. A estos árboles no solo acuden
los elefantes, sino que también es frecuente que lo hagan las jirafas,
las avestruces y los babuinos de la zona, montando un "cotillón" en medio de la sabana.
También sus hermanos asiáticos toman frutas fermentadas con idénticos
efectos. De hecho, con esta especie se repite un comportamiento muy
humano: el saqueo de todo lo que huela alcohol. En Bengala, en el año
1985, una manada de elefantes borrachos, tras consumir la fruta del
durio (Durio zibethinus) fermentada, arrasó con una destilería
clandestina que encontraron en mitad de la jungla, como harán muchos
españoles con el minibar del colega cuando cierren los pubs.
Pero algunos animales van aún más lejos. Los wallabies, unos pequeños canguros que habitan en Australia, se revuelcan en los campos de opio que cultivan las industrias farmaceúticas y comienzan a dar vueltas sin parar,
lo que explica por qué allí aparecen misteriosos círculos que se
atribuyen a los extraterrestres. Deben andarse con ojo los cultivadores
de marihuana que habitan en Suramérica, ya que la agencia norteamericana
contra la droga (DEA) no es su único enemigo. Los monos que habitan la
zona, suelen colarse en las plantaciones ilegales y no se marchan hasta
comerla toda. También hay ciervos en Siberia, que como hacían los
hippies, se alimentan del hongo alucinógeno por excelencia: la Amanita muscaria. Después de comerlo corren sin objetivo, hacen ruidos extraños, estiran el cuello continuamente y se aíslan del resto de la manada.
La afición de los animales a drogarse es tal, que muchas de las que
usamos los humanos han sido descubiertas observándoles a ellos primero.
Este es el caso de la leyenda del descubrimiento del café en Etiopía, el
cual era consumido por las cabras antes de su introducción a la dieta humana.
Los nativos de aquel lugar, al ver a las cabras eufóricas pensaron en
los beneficios que podrían aportarles a ellos. Lo mismo sucedió con el
eboka, una raíz con potentes efectos psicoactivos muy conocida por los
africanos, consumida por los gorilas y los chimpancés.
Pero con tanta adicción a las drogas en la naturaleza, la pregunta
que surge es ¿son conscientes los animales cuando lo hacen? La respuesta
es sí. Michael Huffman y Don Cousins, de la Universidad de Kyoto, creen
que los otros grandes simios toman drogas con un propósito recreativo. Encontraron que los gorilas de Guinea Ecuatorial ingieren raíces de la plantas Alchornea floribunda y Alchornea cordifolia, muy populares en la zona por sus efectos alucinógenos y afrodisiacos.
La atracción que ejercen las drogas en los animales nos hace pensar
sobre el origen biológico de este impulso. Hasta hace bien poco
pensábamos que los humanos eran los únicos que se drogaban con fines
lúdicos, pero una gran cantidad de animales más nos acompañan en este club de viciosos, cuyo rito más importante se celebrará el día 31 de madrugada.
vía: http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/yomono/2013/12/28/el-club-de-los-animales-viciosos.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario