La fusión nuclear es un proceso del todo distinto a la fisión nuclear.
La fisión, que es la empleada por las centrales nucleares, consiste en
fragmentar núcleos de átomos, y conlleva la emisión de mucha
radiactividad. En cambio, la fusión nuclear, que es la que hace
funcionar a las estrellas, consiste en juntar núcleos de átomos, y se
evita toda la problemática de la radiactividad de las centrales
nucleares. La fusión nuclear puede, por tanto, ser vista como una
alternativa ecológica a la muy contaminante fisión nuclear.
La
tecnología necesaria para un reactor de fusión nuclear se está
consiguiendo poco a poco, a diferencia de la tecnología de fisión que es
operativa desde mediados del siglo XX.
Uno de los retos a los
que se enfrentan los diseños de reactor de fusión nuclear es regular el
flujo de calor y de partículas en su interior.
Un nuevo y
revolucionario dispositivo, ideado por el equipo de Theodore
Golfinopoulos y Brian LaBombard, del Instituto Tecnológico de
Massachusetts (MIT) en Cambridge, Estados Unidos, podría ser una
solución idónea para superar ese reto. El dispositivo, que se puede
describir como una antena, aprovecha vibraciones resonantes, presentes
de modo natural, para regular el flujo de partículas y de calor en los
bordes de la masa de plasma dentro de un reactor de fusión nuclear del
tipo tokamak.
La mayoría de los reactores experimentales de
fusión nuclear del mundo, como el del Centro de Ciencia del Plasma y
Fusión del MIT, son del tipo tokamak, en los que se usan poderosos
campos magnéticos para retener el plasma caliente dentro de una cámara
en forma de dónut (o toroidal). El término tokamak proviene del nombre
ruso del primer reactor de esta clase en la historia de la humanidad, el
desarrollado en Rusia en la década de 1960.
Los reactores del tipo tokamak son capaces de albergar plasma
extremadamente caliente (10 veces más caliente que el Sol) y mantenerlo
en el estado deseado mientras se captan las enormes cantidades de
energía producidas en el proceso de fusión. Por supuesto, todo depende
de la estabilidad que se consiga al mantener el plasma ultracaliente
dentro. Y esta es una tarea complicada.
La turbulencia en el borde de un tokamak determina en gran medida
cuán permeable es el borde de la masa de plasma al calor y a las
partículas. A su vez, la cantidad de calor y partículas que se escapan
del borde de la masa de plasma determina el rendimiento de la máquina y
condiciona su diseño. Si hay muy poco confinamiento, el plasma no se
calienta lo suficiente como para alcanzar las temperaturas de fusión sin
que haya que construir una máquina enorme y costosa. Si hay demasiado
confinamiento, las impurezas (generalmente átomos de carbono o de
metales de la pared) se acumulan en el interior del plasma de hidrógeno,
haciendo que sea imposible mantener un estado estable. Una gran parte
de la investigación en física de la fusión se dedica a lograr mejores
formas de control, para lograr un equilibrio adecuado entre estos
extremos.
La nueva antena logra inducir fluctuaciones en el
plasma que son similares a las que ocurren de manera natural y que
sirvieron de inspiración a los creadores de la antena. En algunas
situaciones, las vibraciones estimuladas por la antena son el rasgo
predominante en el segmento relevante del espectro de frecuencias. Todo
esto se ha logrado usando sólo 2 kilovatios, una cantidad de energía
insignificante si se la compara con la energía necesaria para calentar
el plasma, y aún más insignificante en comparación con la energía que
genera la reacción de fusión nuclear inducida.
Vía: http://noticiasdelaciencia.com/not/9027/una_singular_antena_para_controlar_mejor_los_reactores_practicos_de_fusion_nuclear/
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