En principio, un rostro que encontremos atractivo, y que nos atraiga
sexualmente, se grabará en nuestra memoria con mayor facilidad y de
manera más indeleble, que un rostro poco atractivo, porque habrá atraído
mucho más nuestra atención. Por eso, en bastantes casos, días después
de haber visto una cara atractiva y otra corriente, recordaremos a la
primera pero no a la segunda.
Sin embargo, el atractivo físico,
cuando se basa en rasgos demasiado típicos, como los que a menudo
imponen las modas, puede hacer que una cara sea más difícil de recordar
que otra menos atractiva pero con rasgos menos frecuentes en la
población. Todo ello, por supuesto, excluyendo los casos obvios de caras
con rasgos tan raros y llamativos que las recordaremos perfectamente.
En
un nuevo estudio se ha profundizado en el curioso fenómeno psicológico
de cómo a veces los mismos rasgos que dan atractivo físico a una cara,
paradójicamente, pueden dificultar el recordarla.
Es lo que ha
constatado el equipo de Holger Wiese, Carolin Altmann y Stefan
Schweinberger, de la Universidad Friedrich Schiller de Jena en Alemania:
Los rostros atractivos sin ninguna característica especial, dejan muy
poca huella en nuestra memoria. Estos psicólogos comprobaron
experimentalmente que los sujetos de estudio tendían a recordar mejor
rostros poco atractivos, que los más atractivos, cuando éstos últimos no
tenían rasgos distintivos que los hicieran claramente diferentes, y los
primeros sí.
En el experimento, los investigadores mostraron fotografías de rostros a
los sujetos bajo estudio. La mitad de los rostros fueron considerados
más atractivos, y la otra mitad, menos. Todos, sin embargo, tenían
rasgos muy comunes, sin ninguna característica claramente distintiva.
Las fotos se mostraron a los sujetos de estudio sólo durante algunos
segundos. Ese era todo el tiempo del que disponían para fijarse en los
rostros y eventualmente memorizarlos. Durante la siguiente fase del
experimento, les mostraron rostros y debían decir si los reconocían o
no.
Los científicos se sorprendieron con el resultado: "Hasta ahora
asumíamos que era más fácil recordar caras que fueran percibidas como
atractivas, por el simple hecho de que preferimos ver rostros bonitos",
explica Wiese. Pero los resultados mostraron que esa correlación no se
sustenta fácilmente.
Además, el estudio reveló un segundo aspecto
muy interesante: En el caso de los rostros atractivos, los científicos
detectaron más falsos positivos, o sea que ante un rostro bello, los
sujetos de estudio tendían más que ante uno vulgar a creer recordarlo
del pase anterior de fotos cuando en realidad ese rostro atractivo no
había sido mostrado en aquel primer pase. Wiese cree que eso puede
reflejar una tendencia subconsciente a creer que reconocemos una cara
sólo porque la encontramos atractiva.
Vía: http://noticiasdelaciencia.com/not/9743/los_rostros_que_no_olvidamos/
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