![Arriba, grado normal de abertura de los ojos, que no muestra ninguna emoción en particular. Abajo: Ojos muy abiertos denotando miedo, a la izquierda, y ojos entornados denotando asco, a la derecha. (Imágenes: Universidad Cornell) [Img #19442]](http://noticiasdelaciencia.com/upload/img/periodico/img_19442.jpg)
El nuevo estudio lo ha llevado a cabo el equipo de Adam Anderson, profesor de desarrollo humano en la Universidad Cornell en Ithaca, Nueva York, Estados Unidos.
Solemos abrir mucho los ojos cuando experimentamos miedo, y eso aumenta la luz que entra en nuestros ojos y ensancha al máximo nuestro campo visual, como conviene hacer ante la sospecha de que un depredador nos acecha desde una dirección desconocida en la penumbra.
Cuando experimentamos asco, una emoción útil en la prehistoria para ayudar a descartar alimentos en mal estado y apartarnos de otros posibles focos de enfermedades infecciosas, entornamos los ojos, lo que, según algunos científicos, podría servirnos, entre otras cosas, para enfocar mejor a aquello que tenemos cerca y nos asquea, y así asegurarnos de que evitamos tocarlo.
Estas funciones opuestas, la de abrir mucho los ojos, y la de entornarlos, podrían ser los orígenes primitivos de la capacidad expresiva de los ojos, según valora el equipo de Anderson, y haber contribuido de forma destacada a forjar las expresiones faciales típicas de las emociones básicas, en las que tanto suele intervenir el grado de abertura de los ojos.
Entornar los ojos o abrirlos mucho según las circunstancias del momento pudo ser la base sobre la cual se forjó la capacidad de expresión del rostro humano, una capacidad que quizá les permitió a nuestros lejanos antepasados transmitirse emociones antes de que inventaran palabras para ellas y comenzasen a crear el lenguaje, y que aún hoy en día permite transmitir las emociones básicas entre personas de distintas culturas que no hablan el mismo idioma.
Vía: http://noticiasdelaciencia.com/not/10170/el_origen_evolutivo_de_la_expresion_de_emociones_mediante_los_ojos/
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