Somos los que comieron y bebieron nuestros padres y madres,
Sobre todo nuestras madres. La dieta materna antes de la concepción,
asegura un estudio, puede afectar de forma permanente cómo van a
funcionar los genes de su hijo. El trabajo que se publica en «Nature Communications» es el primero que demuestra los efectos de la dieta sobre la salud de la descendencia.
Algunas investigaciones había
sugerido la relevancia de la alimentación de nuestros padres y madres
en los parámetros de salud, aunque los ensayos siempre se había llevado a
cabo en animales. Ahora, los investigadores del MRC International Nutrition Group, de la London School of Hygiene & Tropical Medicine,
han llevado una trabajo ‘de campo’ en una zona rural de Gambia. El área
reúne las condiciones para hacer un trabajo de estas características,
ya que existe una gran dependencia de la población a los alimentos cultivados y al clima marcado por las estaciones, lluviosa y seca, que define dos patrones alimentarios totalmente diferentes.
En total los investigadores han analizado a más de 2.000
mujeres: 84 concibieron a su hijo durante el pico de la temporada de
lluvias y 83 en de la estación seca. Mediante la medición de las
concentraciones de nutrientes en la sangre y con los análisis de
muestras de sangre y del folículo piloso de sus bebés a los 2-8 meses de
edad, los investigadores han visto que la dieta de la madre antes de la concepción tiene un efecto significativo sobre las características genéticas de su hijo.
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