La revista 'Science' ha publicado un estudio que
describe, por primera vez, la reconstrucción de los epigenomas de un
Neandertal y de un Denisovan. Un equipo internacional en el que
participa el Instituto de Oncología de la Universidad de Oviedo ha
aplicado un método novedoso que ha permitido desentrañar el patrón de
metilación del ADN de esas dos especies extinguidas. Al comparar sus
patrones epigenéticos con los de los humanos modernos, han podido
identificar los genes cuya actividad difiere entre esas especies, y que
marcan los cambios evolutivos que han configurado nuestra especie, es
decir, que nos han hecho ser como somos actualmente.
Al desentrañar cómo se regulaban los genes en los
Neandertales y los Denosivares, este estudio aporta por primera vez
datos acerca de la evolución de la regulación de los genes en los
humanos y abre una ventana a la exploración genética en especies que se
extinguieron hace decenas de miles de años.
En el trabajo, coordinado por Liran Carmel de la
Universidad de Jerusalén, ha participado la Unidad de Epigenética del
Cáncer del Instituto Universitario de Oncología del Principado de
Asturias Obra Social Cajastur (Universidad de Oviedo), dirigida por el
doctor Mario Fernández Fraga, investigador del CSIC-CNB. El profesor de
la Universidad de Cantabria y del Instituto de Investigación Valdecilla
(IDIVAL), José A. Riancho, ha participado también en los trabajos
desarrollados por el equipo internacional.
"Algunas de las diferencias en los patrones
epigenéticos afectan a genes relacionados con el desarrollo de los
huesos y podrían explicar las diferencias entre el esqueleto de esas
especies antiguas y los humanos actuales", comenta Fernández Fraga.
Otras afectan a genes relacionados con el sistema cardiovascular o el
sistema nervioso, los cuales se han asociado con enfermedades como el
Alzheimer o la esquizofrenia. Aunque se desconocen los factores que han
dado lugar a esas diferencias, dado que los patrones epigenéticos están
influidos tanto por las propias características genéticas como por las
condiciones ambientales, como dice Riancho, "surge el interrogante de si
esos trastornos, tan frecuentes en la sociedad actual, reflejan una
predisposición inherente a nuestra especie o son, por el contrario,
consecuencia de la forma de vida y el entorno en el que discurre nuestra
existencia".
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