
Afortunadamente, esta alteración es temporal, ya que el músculo vuelve a su forma habitual cuando el astronauta regresa a Tierra. Aunque los investigadores que han realizado el estudio desconocen los efectos a largo plazo de este fenómeno, no descartan que esta alteración pueda producir problemas cardíacos en los tripulantes.
Este nuevo hallazgo en el campo de la medicina espacial se acaba de presentar en la 63ª edición de la Sesión Científica Anual del Colegio Americano de Cardiología, que se celebra esta misma semana en Washington D.C. (Estados Unidos). Su firmante principal, el doctor James Thomas, investigador en el Departamento de Medicina Cardiovascular de la Clínica de Cleveland y colaborador de la NASA, ha explicado que «el corazón no trabaja tan duro en el espacio, lo que puede causar una pérdida de masa muscular». Según advierte este especialista, «eso puede tener consecuencias graves al regresar a la Tierra, así que estamos investigando si se pueden tomar medidas para evitar o contrarrestar esa pérdida».
José Ramón González-Juanatey, presidente de la Sociedad Española de Cardiología, que precisamente se encuentra en estas conferencias científicas, explica a EL MUNDO que «sabemos que el cambio en la forma del corazón se da en pacientes que han sufrido un infarto o problemas en las válvulas del corazón», explica. Estas insuficiencias cardiacas conllevan a que el músculo pase de una forma elíptica a una más esférica. Las principales consecuencias derivadas de que el corazón sea más esférico son «un mayor estrés en el músculo, una eficiencia de contracción peor y un aceleramiento en pérdida de células del miocardio. Algo que aumentaría el riesgo de muerte», argumenta.
Vía: http://www.elmundo.es/ciencia/2014/04/02/533aa6f8e2704e91328b456e.html
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